El K-Pop, la música transmedia que impacta en España

Iris Sánchez Sobradillo

Diez mil kilómetros separan a Corea de España, una nimiedad para el K-Pop o la música popular surcoreana capaz de crear artistas que imitan el género en este último país. Un fenómeno global híbrido que proyecta un formato exótico para los países occidentales, así como coreografías llamativas y una estética transgresora que derroca las barreras de género. Tanto es así que grupos como BTS acumulan 8.000 millones de reproducciones en Spotify, así como millones de seguidores en sus redes sociales. Aunque, si se retrocede en el tiempo, antes de que estos artistas se convirtiesen en la banda más escuchada de la plataforma musical, fue el famoso Gangnam Style quien rompió por primera vez el marcador de YouTube, y motivó las primeras recreaciones por fans del “baile del caballo”.

“Quien ha convertido al K-Pop en el fenómeno que es hoy en día ha sido su comunidad de fans con la creación y difusión de contenido a través de plataformas digitales”, explica Teresa Olmedo, musicóloga e investigadora de este género. El fandom del K-Pop expande este fenómeno a través de diferentes formatos como videojuegos, aplicaciones para el móvil u obras de ficción que lo transforman en un contenido transmedia más allá de un disco o un concierto, además de las muestras propias que se aprecian en la formación de grupos que practican covers de canto y baile de K-Pop.

Laura Martínez

Así es como ambas penínsulas albergan en su interior artistas del pop coreano. Una de las jóvenes que imita este fenómeno es la gallega Laura Martínez (Vigo, 1997). Sin ningún contacto anterior con Corea del Sur y con un estilo musical con influencias del R&B, el Soul y el Hip Hop, Laura explica su experiencia: “Estaba un poco cerrada a la música nueva y mi mejor amigo empezó a cultivarme y a enseñarme el material que se producía en Estados Unidos y Europa, hasta que un día me enseñó un videoclip de BTS y me encantó porque sonaba diferente, era espectacular visualmente y tenía un aire muy fresco”.

La joven, cuyo nombre artístico es LAW, no solo canta K-Pop, sino que también forma parte de un grupo con el que se desenvuelve a capela —Cherry Sweet Music— además de estar emprendiendo su carrera musical en solitario con su primer tema La Extremaunción. “Aproveché mi carrera en Historia del Arte para seguir creando mi contenido, para escribir canciones, relatos e historias para dirigir proyectos audiovisuales”, reconoce la viguesa.

Esta unión del arte a su trabajo la acompaña desde que a los once años comenzó a tocar música tradicional gallega con la pandereta y a asistir a clases de canto. Ahora todos sus trabajos giran en torno al mundo cultural, pues el modelaje fotográfico es también otra de sus pasiones. Las cámaras tampoco le abandonan en su faceta de cantante ya que, impulsada por su mejor amigo, Laura se presentó al concurso de música surcoreana K-Pop World Festival de Madrid en 2019, donde ganó el primer premio en la categoría de canto.

Entrevista a la cantante gallega de K-Pop Laura Martínez

Sexto mercado musical

La expansión cultural coreana se engloba dentro de lo que se conoce como Hallyu u ola coreana que se desarrolla en la década de los noventa cuando el gobierno de Corea del Sur impulsa una estrategia política de financiación cultural. No solo empresas tecnológicas como Samsung y LG se expanden por medio continente, sino que los llamados K-Dramas o series de televisión coreanas también lo hacen.

La edad dorada para el K-Pop llega una década más tarde hasta presentarse hoy en día como el sexto mercado musical del mundo. Con dos álbumes en el ránking de los diez discos más populares de 2018, son millones los seguidores que acumulan grupos como BTS, pero también otros como Blackpink o EXO. Desde colaboraciones con artistas internacionales hasta entrevistas en programas estadounidenses y presentaciones de premios, los grupos surcoreanos ofrecen giras internacionales y rompen las listas de las emisoras de radio españolas.

Pero los medios no son los detonantes de esta fiebre surcoreana. La gran protagonista del auge de este género en España es su incondicional comunidad de fans. La investigadora de K-Pop Teresa Olmedo explica que algunos de los grupos —que no género musical—  que han generado este nivel de atención fueron bandas anglosajonas de los años noventa como los Backstreet Boys y las Spice Girls e, incluso, One Direction. “El K-Pop despierta este interés porque sus integrantes, los llamados idols, están creados y promocionados para que los fans los vean como modelos a seguir, se identifiquen con ellos y creen un vínculo emocional”, añade Olmedo.

Expansión del Hallyu (pincha en el enlace para visionar en grande)
Expansión del K-Pop



Esta experta en Hallyu incide, además, en la idea de que Estados Unidos supone uno de los desencadenantes más fuertes en la fama de la música surcoreana, pues para que un producto se considere “de calidad” a nivel global debe haber sido “popularizado” por este país.

La comunidad de fans del K-Pop convierte al género en transmedia. Pasa de ser un fenómeno encerrado en sus cantantes a formar parte de obras de ficción creadas por fans, o videojuegos que transforman la historia. Y, más allá de un juego electrónico donde un jugador adopta el rol de manager o agencia de entretenimiento cuya misión es crear un grupo de idols, hay quien decide lanzar su propio grupo al mundo real.

Uno de los grupos que se atreven son los vallisoletanos Let’s JCJ, que practican covers de baile de K-Pop. Comenzaron su andadura en 2011 cuando, con tan solo tres integrantes y con el objetivo de disfrutar, convirtieron los parques y calles de su ciudad en su escenario de prueba y error. En la actualidad y con cuatro integrantes más, deciden cambiar el aire libre por un centro cívico donde ensayan tres horas a la semana.

Aunque se consideran fans del K-Pop, dejan claro que no son kpopers ya que opinan que se trata de “la parte más radical en el mundo del K-Pop” y que es, normalmente, “el punto en el que se encuentra la mayoría de los seguidores actuales”. Explican que se debería diferenciar entre la antigua generación de fans y la nueva, pues quienes llevan diez años dentro de esta comunidad se lo toman de una forma más tranquila, realista y madura.

Let’s JCJ durante su exhibición en el Salón del Cómic y el Manga de Castilla y León
Let’s JCJ durante su exhibición en el Salón del Cómic y el Manga de Castilla y León

Una de las grandes aportaciones del grupo a Valladolid ha sido la incorporación de este género musical a través de concursos de karaoke y baile en el Salón del Cómic y el Manga de Castilla y León. “Este movimiento se estaba haciendo popular en España, y la comunidad no tenía ninguno. En 2012 le propusimos a ASOFED (Asociación para la Organización de Ferias y Certámenes Discográficos) empezar con el concurso. Desde entonces se ha ido haciendo grande cada año hasta ahora”, aclaran los integrantes de Let’s JCJ.

El grupo considera que estos eventos ayudan a promover la cultura coreana, al igual que Carlos Ramírez, director de  ASOFED e historiador musical, quien explica: “Los salones congregan el interés de muchos aficionados a su vez seguidores de las culturas orientales, principalmente de aquellas que tienen más eco y difusión en las redes sociales”. Ramírez añade que es un fenómeno que ha venido para quedarse ya que es un tipo de música que aúna dos de las grandes claves del éxito de la historia  musical, es decir, una base rítmica sencilla escrita en formato básico de verso-estribillo, además del concepto del baile.

La música coreana, de esta forma, no deja de expandirse por multitud de países. Europa es una de las zonas donde más K-Pop se escucha, aunque también América Latina. Aquí parece que el sentimiento es mutuo, pues algunos idols suelen versionar canciones de artistas reconocidos de reggaeton pero también de los más clásicos como el tema Ahora te puedes marchar de Luis Miguel, recreada por el grupo surcoreano Super Junior.

El fenómeno, además, cuenta con seguidores de regiones de África como Egipto, donde las reproducciones han aumentado en un 33% desde 2019. También se trata de un género famoso en toda Asia junto con otros géneros como el J-Pop o música japonesa. Spotify, sin embargo, revela que el territorio que encabeza la lista con más reproducciones de K-Pop es Estados Unidos, que a su vez es uno de los países occidentales donde más conciertos de este género se celebran.

La modelación de los idols

Los idols, integrantes de estas formaciones musicales, antes de convertirse en estrellas tienen que superar un proceso de selección que gestionan las agencias de entretenimiento de Corea del Sur, las cuales funcionan como productoras y sellos discográficos. Las cabezas más visibles son Big Hit Entertainment, SM Entertainment, YG Entertainment y JYP Entertainment. Según explica Teresa Olmedo, cada una de estas agencias utiliza métodos de selección como el street casting o los talent shows, es decir, concursos y castings en la calle. Una vez que les seleccionan, se convierten en trainees o aprendices. De esta forma, las empresas se encargan de proveerles de aptitudes en canto, baile, idiomas e, incluso, modales. Este período llega a su fin en el momento de su debut, cuando se convierten en idols. Eso sí, el dinero invertido en ellos debe devolverse a sus empresas a través de las actividades que realicen como nuevas estrellas del K-Pop.

“La industria no consiste en crear artistas y escupirlos”

Tatiana, integrante de Kkummyeon

A pesar de ello, Tatiana, integrante del grupo de baile vallisoletano Kkummyeon, asegura: “La industria no consiste en crear artistas y escupirlos, sino que es una profesión que consiste en cantar y bailar a la vez y para poder ejercerla se necesita mucho entrenamiento”. Una actividad donde las aptitudes relacionadas con el canto y el baile deben ser la pieza central del engranaje, pero para que el mecanismo funcione a la perfección los idols tienen que tener un buen aspecto físico.

Así, Corea del Sur se presenta como el quinto país con más cirugías estéticas del mundo y, en ocasiones, son los idols quienes se someten a intervenciones quirúrgicas por solicitud de sus agencias de entretenimiento. Pese a ello, se debe tener en cuenta que en Corea del Sur las operaciones de este tipo no tienen un componente negativo, pues suelen verse como parte de su cultura. En este sentido, Zaida, Pilar, Denis y también Tatiana, cuatro de los siete integrantes de Kkummyeon, explican cómo el culto a la belleza así como el duro entrenamiento marca el rumbo de este sector.

Entrevista a cuatro integrantes del grupo vallisoletano de baile Kkummyeon

La estética, tan fundamental en la industria del K-Pop, en ocasiones se tacha de racista ya que a la hora de seleccionar a los futuros idols se tiene en cuenta que su piel sea clara, o que tengan rasgos asiáticos. Aunque se trate de una cuestión controvertida, la realidad es que sí que existe una pequeña cantidad de grupos donde los miembros no son de procedencia asiática. Es el caso de Exp Edition en el que dos de sus miembros, Frankie y Hunter, son de Estados Unidos o el reciente debut de KAACHI, cuyas integrantes son de España, Reino Unido y Corea del Sur.

Más allá de la “robotización” de los artistas pertenecientes a esta industria, resulta innegable que el K-Pop se ha convertido en tan solo una década en un fenómeno de masas global capaz de hacer girar miles de millones de euros. Y frente a esa escena de entrenamiento y bisturí, se aprecia también la lucha de algunos idols contra los cánones establecidos. Constantes como la delgadez o la piel clara se dejan atrás para reivindicar aspectos como el bodypositive o amor propio hacia tu cuerpo, como hace Hwasa de Mamamoo, o el apoyo a la comunidad LGTB que muestran los integrantes de BTS. Esto se une, además, al derrocamiento de las barreras de género cuando los artistas masculinos utilizan maquillaje o un vestuario que comúnmente se identifica como femenino.

No obstante, quienes mejor dominan el territorio de la reivindicación no son los idols sino los kpopers, nombre que reciben los fans del K-Pop. Basta con admirar cómo esta comunidad tumbó el hashtag #WhiteLivesMatter que promulgaban movimientos supremacistas blancos contra las manifestaciones por el asesinato de George Floyd en Estados Unidos. Lo hicieron a través de fancams, vídeos cortos donde aparecen estrellas de K-Pop bailando. Aunque no hace falta cruzar el Atlántico ya que en España Vox también ha sido boicoteado a través del hashtag #FachaQueVeoFachaQueFancameo: ¿es el K-Pop el nuevo movimiento protesta?

Ejemplo de una fancam de protesta contra Vox

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